el alcance de los “juguetes” o la simple decoración de un cuarto.

Y si, por “hijos” hago referencia a hijos e hijas como buen uso del castellano, no se pongan tan alegres, con eso del “lenguaje inclusivo” y me tachen de formas no comprendidas hasta ahora por este humilde escritor.

“Si, cuando era niño, mi cuarto no hubiese estado adornado por dos espejos, uno en mi cama y otro colgado en mi closet, haciendo que cuando abriera el closet, ambos espejos se pusieran uno frente al otro haciendo que la imagen revotara varias veces en un interminable recuadro de aparentes realidades, entonces hoy no hubiese terminado de escribir este libro, además de tener un doctorado acerca de cosmología y física avanzada”, relataba Brian Greene, en su libro “la realidad oculta” que habla de cómo la física estudia la idea de ir más allá del “big bang” para tratar de explicar qué pasa antes de ello.

Alerta de Spoiler, si, en este post hablaré de lo que me sucedió a mí, un niño creciendo en un pueblito de Guatemala. Así que si hasta el momento encuentran este post “self-praised” o egoísta, están en todo su derecho de cerrar esta pestaña y ponerse a ver algo mas interesante como su Facebook, su Instagram, o su twitter, o quizá alguno que otro “meme” que les pueda dejar mucho más conocimiento que este ridículamente, intencionado, y responsable, re-pensado post.

Mi recuerdo más preciso que tengo de cuando inicié a tener uso de razón, se remonta a aproximadamente 1990 cuando una vez mi madre me bañaba en lo que en mi pueblo llamamos “pila” y resulta que “el lavadero” estaba tan resbaloso que, resbalé y caí al fondo de la pila, de cabeza, recuerdo haber abierto los ojos y claramente ver el agua alrededor de mi cabeza donde mi pelo hacía las curvas producto de las ondas del agua, de esta edad por supuesto no tenía la forma de asimilar los procesos físicos que hacían que esto pasaba.  Desde que tenía uso de razón, recuerdo que mi padre siempre fue más que 100 usos, como 1000 usos o quizá 10000 usos, uno de esos “usos” era que era él quien realizaba mi corte de pelo, y pues naturalmente no me gustaba… así que a partir de mis 8 años decidía decirles a mis papás que prefería que una “estilista” de un salón de belleza me cortara el pelo, la famosa “doña Carmen” madre de una de mis amigas de la primaria. Esta señora, su “salón de belleza” en realidad era un cuarto simple, solo que con utensilios para hacer cortes de cabello. Long story short, resulta que para que uno estuviera de acuerdo con el corte, habían dos espejos, uno enorme en frente donde uno pasaba repasando cada rasgo de su cara, y otro detrás donde uno “afirmaba estar de acuerdo” con el corte de pelo en la parte trasera de la cabeza. Lo interesante de este escenario es que justo hacía que  la imagen rebotara varias veces lo que ocasionaba una aparentemente interminable repetición de imágenes de la misma realidad, lo que para mi, era como “otros mundos” contenidos entre un espejo y otro, de hecho recuerdo que más de alguna vez me hice la pregunta “y si un día uno de esos Ronmells voltea la cara aunque yo esté estático sin hacer nada” lo que para ser honesto, hasta ocasionó un poco de miedo, mas de alguna vez soñé con estar atrapado en uno de estos interminables mundos.

El tiempo pasó, nunca tuve una preparación científica en mi simple y cálido establecimiento de educación básica y del “diversificado” (highschool para los internacionales) y resulta que eso finalmente me llevó a las aulas universitarias donde tuve que decidir entre lo que me gustaba y lo que pagaría mis frijoles, como he explicado en otro post. Estando en la facultad de ingeniería, resulta que con las matemáticas de calculo diferencial e integral y las clásicas derivadas, así como matemáticas de métodos iterativos numéricos, permitió tener las herramientas necesarias para el estudio -por mi propia cuenta- de la física, la cosmología, así como de las matemáticas que soportan estas dos.

Es aquí donde mi cerebro termina siendo totalmente libre al leer cada uno de los libros de cosmología que intenta ir mucho más atrás del clásico -generalmente aceptado- big bang.

Ahora bien, imaginen estas dos realidades: el mismo detonante, un par de espejos colocados el uno frente al otro haciendo imaginar varios mundos o universos o realidades en la mente de dos niños; uno determinado por muchas condiciones de preparación científica, mientras que el otro escenario determinado por la sola idea de sobrevivir a condiciones sin muchos recursos. Obviamente el fin de las historias ya ustedes las conocen, la mía por un lado siendo un Ingeniero de Sistemas, normal diría yo, los que me conocen pueden confirmar esto, los que no, pueden leer un poco de mi blog, donde confirmarán lo que digo; mientras que la otra realidad de una persona que ahora enseña matemáticas en una universidad de New York, escritor y uno de los mejores cosmólogos actualmente: Brian Greene.

Bottom line is: creo que todos lo que me leen a este punto estarán de acuerdo en que la lectura es el alimento del cerebro, y de esto no hay duda, sin embargo, la pregunta que esto nos deja es: ¿qué tipo de comida le estoy dando a mi cerebro? Quizá alguien solo quiera leer de novelas, entonces haga la analogía de lo que en la realidad sería esta comida, serán unas poderosas hamburguesas o será que son unas espinacas con unos tomates y unas aceitunas. No  lo se, de hecho esta pregunta la debe responde cada lector de este blog.

Por otro lado, quizá estas dos experiencias acompañadas de las condiciones precisas, hagan que una persona normal pueda llegar a ser sobresaliente en un campo que literalmente marca a lo que “raza inteligente” se refiere, en este caso La cosmología, y en este caso, Brian Greene.

Lo que esto nos está diciendo es que incluso la forma en la que se adorna un cuarto para un niño, determinará muchísimo, sino es que todo, lo que su futuro será, lo cual viene  a encadenarse exactamente igual a lo que planteaba Lorenz en su teoría del caos, haciendo alusión a que “even a seagull flapping its wings might eventually make a big difference to the weather”, lo que mortalmente se traduciría a que incluso cualquier pequeño detalle que puedas colocar en el cuarto de un niño, que NO necesariamente puede ser tu hijo, tendrá un enorme impacto en su vida, quizá incluso literalmente cambiar el futuro de este niño.

De esta cuenta, y ahora sí, volviendo al tema original de este post, quizá usted estimado lector, quiera poner mucha atención a los objetos que ha colocado en los cuartos de sus hijos, quizá quiera remover los “posters” de algunas caricaturas… por algo más profundo, o quizá un poco más inspirador que unos cartoons que intentan encerrar la vida de un niño en un mundo creado por una persona y que nunca saldrá de una caja de energía estática que ilumina y apaga ciertos sectores de un tabloide para generar colores, cuyo conjunto logra el efecto humano de “producir” imágenes.

Si la historia contada, no produce, aún, el suficiente sustento básico para creer que esto puede ser real, entonces sugiero tome unos pocos tiempos para leer lo relacionado a la teoría del caos, que por cierto, es solo un “formalismo” llamarle teoría del caos, pues justamente, toda esta teoría, es la que nos ha ayudado en nuestra época ser capaces de decir: “alerta, para hoy se esperan lluvias, trate de llevar capa y una sombrilla”, y que tanto nos sirve a los seres humanos que dependemos de estas predicciones en ciudades cuya innata concepción es: caótica.. Ps.: Aún no logro dimensionar cómo sería mi futuro si la “escuela” que mis padres hubieran sembrado en mí, hubiera sido la que se denota en las clásicas novelas o “reality shows” que normalmente se televisan actualmente y que provocan largas horas de inconciencia, e inercia total, por parte de los que las ven.  Gracias por leerme, quizá, de hecho, atendiendo a “la teoría del caos”, este post logre hacer algún cambio en su futuro o el futuro de quienes dependen de usted lector, en cuyo caso, me alegro saber que un pequeño cambio, ahora, lograría un cambio sustancial a futuro.

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